Escribo desde el alma, con la sutileza del que pretende llenar el espacio con palabras, he sentido en ocasiones que no le hago honor a la pluma, es complejo volver a lo simple, solo me dejo llevar por lo que sueño, siento, observo y pienso...¡He aquí lo complejo!. Mi realidad está sesgada por un filtro autoimpuesto, ¿Protección o armadura esquiva? Más bien es un destello que enaltece y le da brillo a las letras. Así voy creando formas nuevas, construyendo elementos aún inexistentes, pero latentes, no por negar lo que acontece en el ahora, sino como un escape a la realidad inquietante que mis ojos se niegan a ver.
Adornar las escenas del presente, siempre ha sido mi arte; la magia nunca se fue y me acompaña desde niña. Esquivé cualquier intención inconsciente por parte de los otros, por parte mía, de arrancarla de mi ser; aún así, sobrevivió a pesar del dolor, del paso del tiempo, del desarrollo del pensamiento, de la vulgar madurez.
Mi escritura no sabe de coherencia, ni de tiempos perfectos, ni de reglas sintácticas, no pretende encajar, ni satisfacer el hambre intelectual de los eruditos lectores, se sostiene en la época del romanticismo, con personajes arraigados en adornos elegantes y disfraces de una burguesía en decadencia.¿Cómo lo explico entre líneas?, el matiz de mi escritura se asemeja más bien a los trajes del renacimiento, con esa pomposidad y elegancia que cubrían la desnudez de los cuerpos...Y si mejor...¿Comienzo a escribir sobre la desnudez de los cuerpos? También he caminado sobre la lujuria, sobre el arte y la expresión de la belleza de la piel desnuda, la perfeccion de los ■cuerpos más allá de sus formas. No descarto la magia de la creación en este soplo de vida, hay elegancia también en el sudor que comparten los amantes en el gozo mas sublime de un orgasmo, que disfrutan, que se funden, que se expresan tanto, como el árbol que crece cada día, esa armonía cotidiana, sobreentendida, esa realidad mundana y enriquecedora, llena de magia, llena de vida, llena de cuanta dulzura podamos agregarle.
Quizás deba cambiar la tinta de mi pluma, transformar el matiz de mi escritura, escribir acerca de la simpleza desnuda y de la complejidad de la piel. Quizás deba, en cierta manera, expresar con letras el alquimia de la magia, la pasión, la lujuria, la ternura. Quizás tenga que mirar tras el telón, simplificar el acto, revisar el guión y empezar a quitar los trajes...
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